jueves, 28 de febrero de 2013

TELEFONOS


Ayer empecé a ver dos películas pero no pude terminar de verlas. El sueño y el cansancio se interpusieron. La primera fue "Mulholland Drive": hace años que no la veo y le tengo muchas ganas, así que volveré sobre ella estos días. La otra es "Voces de muerte"("Sorry, wrong number"), una película que parece condenada a que la deje siempre a medias. Si es que dejar algo a medias puede denominarse una condena. Los puntos suspensivos no tienen por qué ser un mal final. Es como los sueños: raras veces llegan a una conclusión lógica y definitiva, quedan interrumpidos por la vuelta a la realidad (o el plano de la realidad que llamamos "vida real"). Estamos acostumbrados/programados para entender los procesos con un principio, un desarrollo y un final. Cuando una película o narración cualquiera queda en suspenso, vulnerando esta ferrea estructura cultural, nos embarga una sensación de inquietud. Esta sensación puede ser bastante excitante. Depende de como la manejemos. Una pregunta sin respuesta puede generar más contenidos y significados que una respuesta rotundamente resuelta.
En ambas películas hay mujeres al teléfono. Mujeres temerosas de las voces desconocidas que hay al otro lado. Esta imagen me encanta, y me identifico mucho con ella. La poética del teléfono fijo es ajena por completo a la del teléfono móvil (por no hablar ya de los smartphones). Si acaso, los móviles tendrán su propia poética, la cual no he explorado mucho. No tengo línea fija en casa, pero tengo un terminal, rojo, estilo retro, desconectado. Permanece como objeto de decoración, a la espera de que en algún momento se conecte y se use para hablar. Por el momento, la única linea fija en mi casa es la de los sueños, cada noche desde mi cama. Se hace una llamada al azar, y responden desde el subconsciente. A veces la línea está ocupada, otras es un número equivocado. Aunque la mayoría de las veces responde alguien, una voz que puede ser la de alguien familiar, que transmite el calor de un hogar lejano recobrado, o la de un desconocido que se queda a charlar un rato, sin saber quiénes somos, lleno de curiosidad...

miércoles, 27 de febrero de 2013

ZAZIE DANS LE METRO

Si el año pasado por estas fechas tocaba redescubrir a Claude Chabrol, este febrero del 13 ha tocado redescubrir a Louis Malle. O casi mejor, descubrirle, porque nunca me había molestado en ver sus películas. Y todo porque una amiga de la carrera me dejó un video grabado con películas de Malle, y no sé qué pasaría, pero recuerdo ver el principio de la que se supone que era "Adios muchachos" y parecerme un coñazo. Ahora que realmente la he visto, he comprobado que no solo no es un coñazo, sino que no tenía nada que ver con la película que se supone que vi comenzar. El misterio permanecerá ahi, latente, porque ya no tengo contacto con la chica que me prestó la cinta de video.
La mayor alegría que me ha dado Louis Malle por el momento es ZAZIE EN EL METRO: ¡qué desvergüenza! ¡qué gusto de niña contestona, rebelde y ajena a las pamplinas y convenciones de los "adultos" que la rodean!